martes, 24 de febrero de 2015

¿Que pasará con Miguel?

Debido a la naturaleza del trabajo de mi esposo tenemos que cambiar de ciudad constantemente, y el que se ve un poco mas afectado por esto es mi hijo mayor, tiene 8 años y aunque trata de ser amigable al principio, después se cohíbe y batalla en adaptarse y hacer amigos.
En nuestro último cambio llegamos dos semanas después de iniciadas las clases así que pensé que esto le sería mas difícil aún, pero para mi sorpresa llegó el primer día de clases y me dijo que tenía ya un amigo, que se llamaba Miguel y que estaba muy contento.
Durante los primeros días le preguntaba como le iba, si se seguía juntando con Miguel y que como se estaba adaptando, yo lo veía contento pero ya con cierto enfado.
Un día llegó y me dijo que su amigo Miguel lo molestaba mucho (mi hijo tiende a ser molestado por los niños debido a su carácter) y que ya no quería juntarse con el, así que le dijimos lo que siempre le hemos dicho, "si no quieres juntarte con el ya no lo hagas o habla con el y dile que por favor no te moleste".
Pasaron los días y seguíamos preguntándole como le iba, nos decía que unos días bien y otros no tan bien pues Miguel seguía de "molestón". Le seguimos insistiendo que se alejara o se defendiera.
Al cabo de un mes fuimos a una excursión por parte del colegio, y ahí nos encontramos a Miguel, yo vi que llegó con su abuelita y el niño se veía contento, mi hijo se le acercó y fueron a explorar juntos el museo, de pronto mi hijo regresó conmigo y me dijo que ya no quería estar con Miguel, que lo había molestado, así que le pedí que se quedara conmigo y seguimos explorando juntos el museo. Entramos a un lugar donde estaba oscuro y cuando salimos nos topamos con Miguel que venía con dos niños más, y cual fue mi sorpresa que delante de mi Miguel le dijo a mi hijo "¿que, te portaste como gay?", al escuchar esto me molesté mucho y le dije que si seguía molestando a mi hijo ahí o en otro lugar iba a hablar muy seriamente con su abuelita. No sé si mi reacción fue la correcta, pero mi primer pensamiento fue, ¿si este niño hace esto delante de mi, que no hará cuando no haya un adulto presente? Cuando le dije esto puso una  cara de asustado y me dijo que no volvería a molestar a mi hijo. Por supuesto yo no me quedé nada tranquila pero también me llamó mucho la atención la reacción del niño, así que el siguiente lunes le comenté al maestro lo que había pasado y el me platicó que efectivamente, habían estado teniendo muchos problemas con Miguel. 
Cabe mencionar que mi hijo tiene unos sentimientos muy nobles, así que el se sentía obligado a juntarse con Miguel porque fue su "primer amigo" en la nueva escuela. Un día llegó muy contento y nos platicó que el estaba enseñando a Miguel a comportarse bien para que los demás chicos lo quisieran, lo corregía al hablar (a no decir groserías) y le enseñaba a tratar bien a las niñas. Eso me dio gusto y pensé que esa podría ser una buena dinámica entre los dos, sin embargo a los pocos días regresó enojado porque Miguel lo seguía molestando.
Un día que fui a recoger a mi hijo a la escuela me topé con Miguel y su mamá, no los vi de frente, iban delante de mi y ya no alcancé a hablar con ella, pero me dolió mucho ver como lo iba regañando, diciéndole que siempre era lo mismo con el, le decía lo mal que se portaba, solo escuché cosas negativas de ella hacia él y por supuesto la carita de Miguel era de tristeza. Así que le pregunté nuevamente a mi hijo que como iba con Miguel, y me dijo que mal y entonces se nos ocurrió (a mi esposo y a mi) proponerle a nuestro hijo que invitara a comer a Miguel, pensando que a lo mejor si él veía que aquí le daríamos un buen trato con cariño podría cambiar su actitud con nuestro hijo y a lo mejor ayudarle en su forma de ser. Mi hijo no dijo nada, y al siguiente día que llegó de clases me dijo que había hablado con Oscar (el psicólogo) y que el le había dicho que nadie ni nosotros podíamos obligarlo a invitar a su casa a alguien que el no quería. Eso me llamó mucho la atención,  sobre todo que ya no tuviera la confianza de decirme que no quería invitar a Miguel, platiqué con el y le pedí que cualquier cosa que pasara me lo dijera y si no quería invitar a Miguel no teníamos porque hacerlo. Lo vi mas tranquilo, pero eso solo me decía que seguía teniendo problemas con el niño.
Algunos días después platiqué nuevamente con el maestro y el nos dio una cita con la coordinadora. Ella ya había visto el problema y tenía antecedentes de Miguel y la amistad con nuestro hijo, así que nos dimos un mes, ella vería la situación en la escuela, mediaría las cosas y nosotros en casa seguiríamos platicando con nuestro hijo para que no se dejara molestar. La coordinadora platicaba a diario con ellos, a mi hijo le decía que si el no quería juntarse con alguien nadie lo debería obligar, que ningún amigo debía molestarlo, y sobre todo que debía hablar, es decir, defenderse de los demás (prácticamente lo mismo que nosotros le hemos estado diciendo en casa). A Miguel le decía que dentro de la amistad hay límites, que no debía ofender a sus amigos y que cuando alguien le dijera basta, hasta ahí debía llegar con sus "bromas".
Después de un mes tuvimos otra entrevista, al parecer las cosas se habían calmado y estábamos un poco mas tranquilos, pero justo una semana después mi hijo llegó muy enojado, ya no quería regresar a clases porque Miguel lo estaba molestando nuevamente y le había dicho una palabra muy fea, esta vez delante de mi hija y otros amigos. Tuvimos que ir a hablar con el maestro, nuevamente, el ya se había enterado de la situación y nos comentó que a Miguel lo habían suspendido (ya lo habían hecho anteriormente), pero esta vez por dos semanas y que probablemente ya no regresaría al colegio.
Cuando el maestro nos dijo esto no pude evitar que me salieran unas lagrimas delante de él, mi esposo iba conmigo y cuando llegamos a casa me abrazo fuerte y comencé a llorar, lloré mucho, lloré toda la mañana y aún cuando pienso en Miguel sigo llorando.
No es que sea una persona masoquista y quiera el maltrato para mi hijo, por una parte me sentía tranquila por él, pero no podía evitar sentirme triste por Miguel. En todo este proceso tan largo nunca hubo la disposición de su familia por ver que se podía hacer por Miguel, por lo que me hace pensar que como todos los niños que molestan en clase, debe tener un problema en casa. Miguel es tan solo otro niño mas que necesita amor, ¡es un niño, por Dios! ¿Y que pasa si su único lugar seguro era la escuela? ¿Se le quitó a Miguel su único lugar seguro en el mundo, su refugio, su esperanza?
No sé realmente por lo que esté pasando Miguel, con todo esto que pasó también me pongo a pensar, ¿que podemos hacer nosotros como sociedad para ayudar a este tipo de niños? ¿Debí insistir para que viniera a comer y que pudiera vivir aunque fuera por un momento un poco de tranquilidad? ¿Debí acercarme y platicar con Miguel y darle por lo menos un abrazo?
También me hizo reflexionar y realmente ya no me preocupa tanto mi hijo, el siempre nos tendrá a su lado y contará con nuestra confianza. Se que encontraremos siempre un "Miguel", y nosotros, su familia, estaremos al pendiente, apoyándolo. Pero, ¿que pasará con Miguel? Ahora no sé donde está Miguel o por lo que esté pasando, pero le pido mucho a Dios que el esté bien, y le pido mas que encuentre el amor que le hace falta.

1 comentario:

  1. Siempre hay que investigar el contexto y el origen de nuestras acciones, nuestro historial familiar habla atravesó de nuestras emociones desembocadas en agresión, desprendió y odio a otros como mecanismo de defensa 😔😔😔😔.

    Hermosa tu reflexión gracias por compartir y por regalar tus experiencias como mama 😘😘😘😘

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